viernes, 4 de marzo de 2011

Flores naranjas que vuelan locas, mariposas monarcas

  Domingo en la mañana, acampar, después de dormir con el arruyo de un pequeño riachuelo tras sumergirse en aguas termales con un cielo infinitamente estrellado, identificando las constelaciones que un amigo nos mostraba, era tiempo para desayunar y tomar mi querido café de la mañana. Avanzando en la carretera, mirando nada mas que montañas, llegamos a la comunidad de Ocampo donde se ubica uno de los santuarios de la mariposa Monarca, "El Rosario".



  Al caminar  e internarse en el bosque se pierde la noción del tiempo, mientras uno va subiendo entre los árboles de oyamel, se empiezan a ver poco a poco algunas manchitas naranjas en cielo, son las pequeñas mariposas despistadas que quizás habían perdido su camino, a la vez que uno se va internando más en el bosque dejan de ser sólo dos o cuatro los colores naranjas que contrastan con el cielo azul de forma exquisita, el número se empieza a multiplicar, hasta que de repente, sin darse cuenta hay una fiesta de alas naranjas y rayitas negras* revoloteando en el cielo, que con coordinacion sutil* danzan entre los árboles, entre algunas perezosas que aún siguen colgadas formando racimos espesos cayendo de las ramas, como cascadas de un delgado y finísimo papel naranja.
 
Racimos de mariposas

 Algunas pasan tan cerca de mi cara que imagino que son unas hadas. Subiendo el cerro se llega a un espacio con menos árboles, es ahí donde se ve la mayor cantidad de ellas, todas volando como si hicieran una coreografía en el cielo.

    Vuelan miles de kilómetros (aproximadamente 6 mil en seis semanas, su transporte además de sus alas; las corrientes de aire, con las que se ayudan para viajar en promedio por día de 120 a 160 Km) para llegar a los climas templados de Michoacán y el Estado de México, a bosques con latitudes de 2750msnm aprox. para desde octubre a marzo, hacer de México su hogar.

    Con sus pequeños y ligeros cuerpos, tan frágiles y tan fuertes a la vez, Leonardo Da Vinci hubiera querido saber su secreto para mantenerse en vuelo tanto tiempo, y de forma tan ligera, poner el diseño en sus dibujos y sus maquinas de vuelo. Ícaro las envidiaría porque salen al sol a calentar sus alas y estas siguen intactas, pero los mas agradecidos somos los que visitamos estos hermosos santuarios y podemos contemplar lo maravillosa, fuerte, a la vez frágil; caprichosa y hermosa que es la naturaleza.

* Datos interesantes
rayitas negras* las rayitas negras que podrian parecer dibujitos para adornarlas, son sus venas y en las hembras son mas gruesas, los machos se reconocen porque tienen dos puntos negros sobre las alas.(explicado por un guía)
coordinacion sutil* su vuelo no es a capricho, los patrones de vuelo son heredados, basados en una mezcla de ritmos circadianos y la posición del sol en el cielo[14] [15] que están basados en sus antenas.[16] [17]

  1. «Butterflies Guided By Body Clocks, Sun Scientists Shine Light on Monarchs' Pilgrimage».
  2. Gugliotta, Guy. 2003. Butterflies Guided By Body Clocks, Sun Scientists Shine Light on Monarchs' Pilgrimage. Washington Post, 23 de mayo de 2003, p. A03. visto 7 de enero de 2006.


  3. Merlin C, Gegear RJ, Reppert SM. (2009). Antennal Circadian Clocks Coordinate Sun Compass Orientation in Migratory Monarch Butterflies. Science 325: 1700-1704. doi 10.1126/science.1176221 (en Wikipedia :) )



miércoles, 2 de marzo de 2011

Puentes medievales, y deja vu en Brujas

No sé por que, aun no puedo terminar de escribir esto. Recuerdo los edificios, los ladrillos viejos, silencios momentáneos y una sensación de soledad y nostalgia mezclada con magia. Cuando caminé por la Grote Mark, sentí unos de esos deja vu que a uno lo dejan helado, no había visto imágenes de ese lugar, de esa plaza en específico, pero ésta había aparecido en mis sueños de la misma forma, quizá porque ahí es un lugar  de ensueño.



     La ciudad de Brujas tiene algo peculiar, aún tiempo después, no logro descifrar que es, casi todos sus edificios mantienen la arquitectura antigua, pero tiene otra cosa, creo que tiene algo de magia, una magia que se funde con misterio, caminar por la parte antigua de la ciudad de Brujas es como viajar al pasado, sus ladrillos van cargando la historia y en los callejones solitarios casi oigo murmurar algunas platicas medievales, me siento fuera de lugar con mi ropa de este siglo, jeans y chamarra de telas sintéticas, siento que debería ir caminando con un vestido medieval.


   Después de llegar a casa de la amiga que nos hospedó, que por cierto nos hizo sentir como en casa, salimos a explorar la ciudad, nos olvidamos de los mapas y nos dejamos llevar. Lo primero que vimos fueron unos edificios que eran un antiguo hospital, sin saber a donde llegaríamos, solo seguimos caminando, hasta llegar a la plaza principal, donde está la torre de Belfort, (también llamada la torre Pisa del norte).

     Fue ahí donde llegó a mí una sensación muy extraña, casi indescriptible; la plaza nublada, el tiempo como detenido, una melancolía muy grande se apoderó de mí, en el aire se respiraba misterio, una nostalgia de los siglos que se quedaban ahí. Veía a la gente pasar con cierta cadencia, algunos caballos, una sensación de calma y a veces de abandono, como si todos fuéramos solo fantasmas transitando por ahí, cuerpos andantes que un día dejarían de caminar, como tantos otros anónimos que ya habían pasado por ahí, por siglos, como si fueran los edificios los que nos miraran a nosotros y no al revés, como si esas piedras recordaran que por ahí han pasado tantos y seguirán pasando, y todos lo que caminamos por ahí, algún día vamos a perecer, y los edificios permanecerán erguidos después de nosotros, mucho después, como ya lo han hecho por tantos años, para la torre Belfort todos somos y seremos fantasmas que vamos a observarla, pero es algo mágico...


    Recorrimos los canales, con sus cisnes y sus patos, admirando cada construcción y los delicados encajes, todo es un regalo a la vista en ese lugar. Llegamos a la plaza de Burg, entramos a la iglesia de la Santa sangre, donde se dice que un caballero medieval llevó una reliquia que contiene la sangre de Cristo, se dice que la llevó desde Jerusalén a Brujas en la Segunda Cruzada, alrededor de 1250. Un pequeño frasco, de no más de cinco centímetros atrae gente de todo el mundo para poder plasmar sus manos aunque sea por unos segundos ahí.

 Amo el calor, así que mientras caminamos entre los colores que ya se tatuaron en mis ojos como los colores de Brujas; café, rojo y dorado, el frío helado me cala los huesos, llegamos a los molinos, monstruos gigantes, que para mi felicidad parece que rasgaron por un momento el cielo, abrieron un poco las nubes para dejar entrar un poco de sol.



   Seguir perdiéndose y caminando por este lugar que no conoció el paso de los siglos, pasar sobre sus puentes y respirar el chocolate, tomar algunos tarros de su gran variedad de sabores de cervezas e imaginar a que saben los otros 298 sabores, esconderse, dejar pasar el tiempo, vivir como en un cuento de hadas, un sitio que en la noche duplica su misterio y magia. Tiempo después, cuando veo imágenes de Brujas, lo veo tan lejano, lo recuerdo tan idílico, que me es difícil pensar que no fue sólo un sueño.