Se acerca la época de carnavales, para dar paso a la cuaresma cristiana, pero antes, es momento de que el espíritu salga a divertirse, a convertirse en otra persona por medio de mascaras y hermosos disfraces, carnaval; palabra que no alcanza a describir ese momento de baile y fiesta, donde se olvidan las etiquetas, tiempo festivo que se quedo grabadó mayormente en la tradición católica, resultado de un posible coqueteo entre el catolicismo y las festividades paganas, en aquellos ayeres en las que los pueblos antiguos honraban y dedicaban una fiesta a Baco, el dios del vino. En México Mayahuel, la diosa del pulque y la embriaguez nos sigue acompañando. Años después, sin importar el lugar, aún se sigue festejando con singulares fermentos.
Recuerdo a casi un año, mi primera vez en medio de un carnaval, no fue el de Veracruz, ni el de Mazatlán, y mucho menos el de Río, (ni con todos mis deseos de escuchar y ver bailar samba, y dejarme deleitar por el portugués, idioma que me fascina, porque me parece que se oye casi como cantado, ese ritmo calmado que quiere como descansar y ventilar el calor con las palabras). El carnaval al que asistí no fue de esos grandes, y eso fue lo que me hechizó, un carnaval pequeño, mas íntimo, en donde pude estar codo a codo con los que bailan, no vi el carnaval, fui parte de él, andar con todos y dar de brincos en medio de la comparsa, todo eso sucedió en el carnaval de los chinelos, en Yautepec, un sencillo y pequeño pueblo en el estado de Morelos, que como reza su dicho, "En Yautepec de Zaragoza, donde se vive y se goza y se chupa cualquier cosa" y tal enunciado predijo una genial tarde de danza y gozo, de festejar la vida.
Yautepec, Morelos |
Todo empezó un sábado de febrero, llegamos acalorados pero maravillados de la vista de los dos grandes "el Popo", como cariñosamente todos lo llamamos, y su querida "Izta" yaciendo a un lado, ambos tenían sus copetes blancos, incluso desde la carretera el carnaval ya había empezado, ya se complacían tres de nuestros cinco sentidos, el calor ya hacia sudar a los poros, los ojos ya se habían deleitado un poco, aunque aún faltaba lo mejor.
"El Popo" |
Luego fue el turno del gusto, que sería premiado con alguna de la comida típica de Yautepec, ricas gorditas, itacate y chale acompañadas de agua de horchata, blanca y espumosa para que combinara con la nieve de los volcanes. Pero antes de todo eso, la mejor y mas exótica botana, ¡insectos! y no solo eso ¡insectos vivos! Son unos pequeñitos llamados jumiles, los cuales se deben comer vivos, y ahora que lo pienso, me siento un poco mal por haberme comido a un animal vivo, pero dicen que muertos ya no saben igual, hay que ponerlos vivos sobre la lengua, y hasta que caminen un poco sobre de ella, dicen que comerlos vivos es lo que les da el sabor, recuerdo que su alma sabía a canela.
Jumiles |
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